Los jardines de estilo japonés se distinguen por su sencillez y elegancia sin pretensiones. La interferencia humana en el espacio arreglado debería ser apenas perceptible. La armonía de los elementos individuales se basa en el concepto de paisaje en miniatura, donde no solo plantas, sino también cuerpos de agua y rocas, representados mayoritariamente por piedras, pequeños cerros o cascadas. El conjunto se complementa con puentes arqueados de madera e ishi-dōrō tradicionales, es decir, linternas de piedra japonesas.