Hoy Tallin se llama con razón la Florencia del Norte. El casco antiguo de Tallin se enorgullece de tener muchas calles estrechas y de hadas que se entrelazan unas con otras. Mientras pasea por estas encantadoras calles uno puede llegar a misteriosos rincones y recovecos de los cuales hay docenas en Tallin. Crean una atmósfera específica de misterio. Hay muchos restaurantes y cafés con un ambiente único, así como museos, galerías, casas de vecindad e iglesias que son visitadas por multitudes de turistas. Además, los visitantes tienen la oportunidad de participar en numerosos conciertos, festivales y concursos que se organizan en la capital de Estonia.