A pesar de que estos frutos proceden de Asia, también se cultivaron en la antigua Grecia y se “asentaron” definitivamente en Europa en el siglo XVII gracias a los plantadores franceses y belgas. Las peras son valoradas no solo por su sabor, sino también por sus propiedades terapéuticas. Se ha demostrado que las peras apoyan nuestro tracto gastrointestinal, activan el cerebro pero también ayudan en la restauración de los huesos.