La gente conoce los huevos de Pascua desde la antigüedad (estaban presentes en la cultura de Mesopotamia o en el antiguo Egipto). Un huevo en sí siempre se ha percibido como un objeto mágico, un amuleto peculiar, que estaba destinado a proteger contra el mal. Estas cualidades podrían haberse reforzado pintando los letreros adecuados en las conchas. Hoy el carácter mágico de los huevos de Pascua se ha perdido por completo, sin embargo, son sin duda un peculiar representante de la Pascua.