Amapolas, acianos, malvarrosas, cardos de siembra o tréboles son elementos habituales del paisaje pastoral. Crecen ampliamente en campos, bordes de carreteras o prados. Su belleza sutil está continuamente de moda y el olor embriagador del ramo de flores silvestres puede hacer que las tardes de verano sean aún más agradables de lo que normalmente son. Si hace buen tiempo para largas caminatas, vale la pena ir a la pradera y complacer los ojos con la abundancia de colores y formas de las plantas que allí florecen. Desafortunadamente, los grandes racimos de flores y hierbas atraen insectos que pueden molestar a los amantes de los picnics y los baños de sol. La relajación prolongada en un prado tampoco es una buena idea para las personas alérgicas al polen.