Los bloques de madera tradicionales desarrollan la imaginación y el pensamiento abstracto y ayudan a aprender sobre colores y formas. Un niño puede organizar construcciones cada vez más complejas a partir de ellos, haciendo de los bloques un juguete que no aburre y acompaña al joven durante años. Una ventaja adicional es el hecho de que los bloques de madera son muy resistentes a los daños y fáciles de mantener limpios. La combinación de elementos individuales en un todo coherente mejorará tanto las habilidades motoras del niño como la concentración y el pensamiento espacial. Construir a partir de bloques también tiene un valor de integración, porque varias personas pueden jugar con ellos al mismo tiempo.