Para muchos amantes de la buena mesa, no solo el sabor y el olor de los platos, sino también la estética de servirlos son de gran importancia. Los colores cálidos e intensos de la vajilla pueden tener un impacto positivo en nuestro estado de ánimo al degustar platos e incluso despertar el apetito. Según los psicólogos que se ocupan de la interacción de los sentidos del gusto y la vista, el gris, el azul y el negro son los colores que no animan a comer. Lo mejor es elegir platos rojos, amarillos y verdes. Los platos o cubiertos coloridos también ayudarán a hacer más atractiva la comida de los pequeños y pobres comensales.