El rambután y el mangostán morado son frutos de un sabor especial y un aspecto extraño. Ambos tienen cáscara, dentro de la cual hay una pulpa blanca y jugosa. El rambután se parece un poco a lichis, tiene una cáscara "peluda" de color rojo rosado y una piedra grande en el interior. El mangostán también tiene una cáscara extraordinaria: de color púrpura oscuro con un gran mango verde. La piel es muy dura y amarga, por lo que hay que pelar la fruta antes de comerla. El interior de la fruta es similar al ajo, sin embargo, sus piezas blancas, suaves y ligeramente vidriosas son dulces, un poco ácidas y muy sabrosas. Ambas frutas provienen de Asia, sin embargo, hoy en día los clientes pueden comprarlas en Europa cada vez con más frecuencia.