Desde la antigüedad, la gente ha concedido gran importancia no solo al sabor sino también a la apariencia de los platos y, por estas razones, la decoración de los platos servidos se ha convertido en una especie de arte culinario. Durante siglos, los aristócratas y las personas acomodadas han comido platos que agradarían tanto al paladar como a la vista. Actualmente, los productores de alimentos emplean especialistas que se encargan del diseño visual del producto con el fin de hacerlo lo más atractivo posible para el consumidor. Esto es perfectamente evidente en la industria de la confitería, cuyos principales destinatarios son los niños. Los caramelos y piruletas tienen colores vivos y brillantes que atraen la atención y animan a probar los dulces, prometiendo una amplia gama de sabores.
